Los expertos afirman que hasta la edad de tres años lo más habitual es que los niños ensayen con ambos lados de su cuerpo. A partir de aquí, la mano con que coja el lapicero o el pie con el que chute un balón de fútbol dictaminará si pasa a engrosar la poblada lista de los diestros o la menos densa de los zurdos. Sin embargo, el organismo presenta otra serie de asimetrías un poco más desconocidas de los normal. El término que las engloba recibe el nombre de lateralidad y no es otra cosa que la preferencia que manifiestan los seres humanos por un lado de su propio cuerpo.
Su acción queda reflejada en el hecho de que uno de estos costados prevalece sobre el otro a la hora de realizar la mayoría de actividades en las que se precisan mayores dosis de fuerza o habilidad. No siempre el individuo es diestro o zurdo en su totalidad. Prueba de ello es que a pesar de la mayor concordancia entre mano y pies, también existen otros órganos que entran dentro de la mencionada lateralidad como ojos u oídos.
Para saber cual es el ojo dominante debes realizar un sencillo experimento: Colócate en una postura relajada y ten la vista bien despejada. Ahora centra la mirada en un objeto concreto situado a tres o cuatro metro de distancia. Acto seguido extiende un brazo y con el dedo índice señala el punto previamente marcado. Con los ojos abiertos y el dedo apuntando al objetivo fijado por la vista, es el momento de saber cual de los dos «manda» en el cerebro. Primero guiña un ojo y después haz lo mismo con el otro. En una de las dos acciones comprobarán que sin mover el brazo, el dedo ya no señala lo mismo que antes debido a que el campo visual se ha desplazado. Sin embargo, con el otro (ojo dominante) mantendrán la misma visión que sin cerrar ninguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario